"Me llamo Cristopher. Este no va a ser un libro gracioso. Yo no sé contar chistes ni hacer juegos de palabras porque no los entiendo. Me gustan las novelas policíacas, porque son un acertijo y si es bueno puedes deducir la solución antes de que el libro acabe. Wellington, el perro de la vecina estaba muerto. Lo abracé, y me pregunté quién lo habría matado y por qué."

El enredo y el acertijo comienzan allí y, así como por momentos Cristopher parece quedar atrapado en medio de un interrogatorio policíaco y de miles de obstáculos que desafían sus limitaciones, también yo quedo atrapada e impactada desde la primera página del libro El Curioso Incidente Del Perro A Medianoche[1]. ¿Quién es Cristopher? Acaso el testimonio más exhaustivo de los avatares de un niño y sus modos singulares de saber hacer con su real. Un documento impecable que conmueve y nos sorprende porque viene de otro campo del saber, como la expresión más acabada de un real que atraviesa las fronteras de nuestras Escuelas y empieza a introducirse en la realidad de nuestro Siglo XXI.

Mirta Nakkache
EOL, Buenos Aires