Diciembre
Muere una analista. Que hubiese sido mi analista por muchos años agregaba un dolor particular.

Diciembre, 1 semana después
Gmail y su perfecta memoria producen lo inesperado. En las conversaciones que agrupa un "Feliz año!" intrascendente trae a mi bandeja de entrada un mensaje de esa analista. Sorpresa. Estremecimiento del cuerpo en un instante ominoso.

Luego, la calma del sentido absorbe los hechos: el correo fue escrito un año atrás. Pero no se recubrió todo. Un plus de resonancia precipitaba otra cosa, concerniendo a poner allí algo de uno mismo, vuelto otro. Recordé una vez más – de otra manera –, una intervención: "siempre es por un tiempo."

Hoy
Trabajo sobre el tiempo. Ese que nos atravesó alguna vez como una flecha, inmisión traumática de real que, como el mar eterno de Pacheco, "empieza donde lo hallas por primera vez / y te sale al encuentro por todas partes."

Hicimos del tiempo una flecha para olvidarnos de su herida, para defendernos de ese tiro de gracia original que nos marca para siempre... por un tiempo: el de la contingencia que permita pasar del peso de estar vivo, a una vida vivible -mientras dure-.

Ana Viganó
NEL, Monterrey, México