Un réel pour le XXI sciècle
ASOCIACIÓN MUNDIAL DE PSICOANÁLISIS
IX Congreso de la AMP • 14-18 abril 2014 • París • Palais des Congrès • www.wapol.org

TEXTO DE ORIENTACIÓN
El artista...
por Francisco-Hugo Freda

Francisco-Hugo FredaA la pregunta, ¿qué es lo que usted pinta? Picasso respondió: « Yo pinto la pintura ». El diálogo continuó y Picasso afirmó que él había pintado un solo cuadro. Terminando la entrevista, con una cierta tonalidad depresiva, declaró: « La pintura gana siempre ». De dicha entrevista extraigo estos puntos, los cuales me servirán para intentar responder mínimamente a la idea de Freud de que los artistas abren puertas por donde el psicoanálisis intenta entrar. Además, Freud indica claramente que hay un misterio en el artista, y que el psicoanálisis no puede encontrar ni dar la clave que permitiría entender y explicar cómo un artista llega a producir aquello que produce. Dicha posición de principio le permitió a Freud servirse de grandes producciones de artistas para poder entrar y esclarecer algunos misterios que guarda el inconsciente. Lacan no se ha privado tampoco de apoyarse en las producciones artísticas de sus amigos artistas y de muchos otros para esclarecer puntos de su trabajo conceptual. Jacques-Alain Miller, en su enseñanza, se ha servido en infinitas oportunidades de la producción literaria, teatral, cinematográfica. Podríamos estudiar las referencias de cada uno de los tres y descubrir ciertos gustos, en los psicoanalistas citados, por cierto dominios del arte; aunque podemos ya decir que en ellos tres por lo menos, la música brilla por su ausencia. Debe haber alguna razón.

Es Lacan, seguramente, quien más explotó la figura de un artista, me refiero a Joyce, evidentemente, y a su Seminario sobre Joyce. Un seminario muy particular, como bien lo sabemos – y al cual tuve el honor y el placer de asistir-, en el cual Lacan se acerca a Joyce para indagar un punto (entre otros, evidentemente) que resumiré de la manera siguiente y bajo una forma interrogativa: ¿Se puede crear un real ? En ese seminario, Lacan responde a esta pregunta diciendo que ese es su trabajo y utilizando la fórmula crear un real para el psicoanálisis. Pero hay ahí un problema. Picasso, como lo he indicado anteriormente, no dudó en decir que la pintura es y que la pintura resiste, y que el artista encuentra la manera de poner en forma mínimamente la pintura bajo la forma de un cuadro, por ejemplo. Pero el cuadro, el cuadro hecho, el cuadro expuesto, no es otra cosa que el reflejo de la pintura, lo cual le lleva a decir al malagueño, que él pintó un solo cuadro, uno solo, y que no acabó de pintarlo, dado que la pintura resiste al cuadro, resiste a tal punto que todavía se continúa pintando.

Podría aplicarse perfectamente a la pintura la fórmula lo que no cesa de pintarse. Y no solamente a la pintura. Sin embargo, parecería que Lacan le responde a Picasso, y de hecho le responde, cuando declara que su fórmula yo no busco encuentro no le sirve más, que él ahora estaba buscando, sin encontrar. Y ¿que es lo que Lacan buscaba? Lo que él mismo dice: un real para el psicoanálisis ; un real para el psicoanálisis, para defenderlo de aquello a lo que el psicoanálisis tiende, que es a la religión.

Permítanme un paréntesis. Me imagino que Lacan soñó con Francisco; soñó que iba a llegar un Francisco; soñó que iba a llegar un Francisco y que iba a restaurar la religión, con alegría y con el beneplácito de casi todo el mundo. Y tal vez porque soñó con Francisco, es decir, porque el siglo XXI será religioso -como lo intuyo Malraux-, es que Lacan pensó que había que construir un real para el psicoanálisis, un real a la altura de la época. Es decir, un real que tenga en cuenta la religión y su cara oculta: la mujer. O sea, un real capaz de dialogar con la religión y la mujer sin ser arrastrado hacia el sentido.

El Seminario 23 de Lacan clama por la instauración de una nueva relación ante lo real. Allí emerge la interpretación como poética, es decir, la interpretación como un hacer, un hacer en el sentido original del término -como su raíz etimológica lo indica-que es un hacer artesanal, un hacer artístico. Es decir, que al saber y hacer del sinthome se suma el saber y hacer de la interpretación, en tanto que la interpretación, que es suspensión del sentido, indica la zona de sombra que ella misma genera. Como la verdad, la interpretación no puede decirlo todo, y ella vale más por lo que no dice que por lo que dice.

Tal vez sea en ese punto donde los artistas abren puertas por donde los analistas deban transitar; porque ellos osan hacer de lo inconcluso, de lo no terminado, de lo que falta, de lo impreciso, de lo peor: lo mejor. Schubert hizo « La sinfonía inconclusa »; habría que escucharla con cierta atención. No sé si hay otros ejemplos, pero todos los artistas dicen que algo les falta a la obra que realizan, a tal punto que según dice la anécdota, después de haber concluido el Moisés, Miguel Ángel, dándole un martillazo en la rodilla, le gritó: parla.

Actualmente, en el Museo Guggenheim de Bilbao, toda la segunda planta está ocupada por el catalán Antoni Tàpies. Los responsables de la muestra dieron como título a lo que se presenta « Del objeto a la escultura ». En la primera planta, precisamente, en la sala 104 llamada Arcelor Mittal, encontramos la instalación permanente de Richard Serra llamada « La materia del tiempo ». Títulos sugestivos, que indican exactamente lo que estamos intentando decir. Tàpies, el catalán, toma lo que encuentra a su alrededor, un vaso, un cuchillo, una silla, un trapo viejo, una pila de platos, un pedazo de madera, un canasto; los ordena, los desordena, los arruga, los rompe, los entrelaza al punto de hacer de esas manipulaciones una escultura. Hace lo que dice Lacan en « La ética del psicoanálisis »: elevar el objeto a la dignidad de la Cosa; y es en esta elevación que se produce el milagro del arte. Es en esta elevación que una pila de platos en las manos de Tàpies se convierte en una escultura digna de pertenecer al museo de las grandes esculturas de la humanidad. Los mismo hace Serra en otra perspectiva. El quiere darle forma al tiempo, un tiempo acorde a la época. Para eso descompone la geometría y la topología; desarticula la espiral; corta el toro; juega con la doble hélice; inventa una escultura a partir de estudiar la complejidad de una espiral buscando, al mismo tiempo, en otra escultura, la interacción entre la esfera y el toro. Es en el interior de dichas figuras monumentales que Serra me invita a mí, en tanto que espectador de su obra, a integrarme a la misma, a recorrerla por su interior a los efectos de «hacer vibrar en el cuerpo la sensación del espacio trabajado por él ».

Entre la primera planta y la segunda del Guggenheim ¿qué hay? ¿Qué es lo que ahí palpita? Ahí palpita el hacer del artista, que, como todo « Hacer », da forma, aunque inconclusa, a aquello que palpita en silencio al interior de cada objeto. ¿Para qué? Para dar forma a eso que por principio palpita en silencio; solo hay que saber esperar.

En mi última sesión de análisis evoqué cómo había quedado grabada en mi memoria la frase de Lacan: « Yo sé que quiere decir saber esperar ». El esperar analítico no quiere decir contemplación; es un saber hacer, y, en principio, un saber hacer contra la tendencia propia a la concatenación significante, que es la religión y la burocracia. Como decía el gran artista argentino Charly García antes que la Universidad Nacional de San Martín le entregaran el título de Doctor honoris causa; respondiendo a la pregunta sobre cuál había sido la clave de su éxito, él respondió: « no hay plan B ».

No hay plan B si se desea un real propio al psicoanálisis para el siglo XXI.