Un sueño: el sujeto grita muy fuerte. Tiene que hacerlo, hay otros que esperan que él arregle algo. Si no lo hace, algo pasará.

Escucha unas palabras, reales: "Estas gritando". Responde semidespierto: "tengo que seguir durmiendo para arreglar algo, para que no pase nada".

Al despertar, primero un efecto de chiste, después una certeza: no hay nada a arreglar. No hay nada, incluso allí donde el sujeto desde niño esperó ver algo, en la falta, eso si.

Esa certeza produjo un encuentro sorpresivo. "Los libros congelados" de un sueño fundamental que ha acompañado al sujeto en sus análisis, se desprenden del sentido del guiñol edípico, de las identificaciones, del agujero de lo simbólico, y ahora remiten al imposible de lo universal del libro. Los libros siempre están congelados si se trata del todo, de la creencia en el hay.

Se desvela con ello también, que algunos significantes soñados en otras ocasiones, "gedenex, whirefire", son piezas sueltas que pueden escribirse en adelante sin ningún efecto de sentido.

Lo real no se arregla, está hecho a trozos. Por eso Un real, pues no es más que un trozo.

Eugenio Díaz
Barcelona, ELP