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AFINIDADES
Diego Golombek
biólogo
La tecnología extiende los sentidos

Entrevista realizada por Manuel Zlotnik

Diego Golombek

Diego Golombek es un biólogo muy reconocido en la argentina, trabajó en neurociencias, particularmente en un pedacito del cerebro que mide el tiempo y le dice al cuerpo qué hora es, es también profesor titular en la UNQ e investigador principal en el CONICET, y también se dedica mucho a la comunicación pública de la ciencia en medios gráficos y televisivos. En todo momento estuvo muy bien predispuesto a la invitación que le realizamos.

Manuel Zlotnik: Se suele decir "La naturaleza es sabia". ¿Qué opinás de esta frase? ¿Se supone que la naturaleza tiene un orden preestablecido con leyes que la ciencia viene a descubrir o se trata de un caos del cual la ciencia sólo capta sus fragmentos?

Diego Golombek: La naturaleza es sabia" es una metáfora antropomórfica que seguramente abusa de una idea de "lo natural" en contraposición a un "lo artificial" que no queda muy claro de qué se trata. Sin duda que uno de los principales roles de la ciencia es sacudir a la naturaleza a preguntas, descubrir sus leyes, sus patrones - y nuestro cerebro es especialista en estos descubrimientos, además de que le tiene bastante miedo a lo desconocido, por lo que mirar al mundo con ojos de científico viene de manera bastante "natural". Los astrónomos, matemáticos, físicos, se suelen maravillar - y sorprender - de que las leyes que vamos afinando se cumplan inexorablemente en el universo, y hasta hay quien ve una Mano oculta en todo ésto, que en realidad se resume en elegancia y economía de recursos. La vida sin duda perturba el orden del universo, lo va moldeando a su imagen y semejanza, le roba desorden para ir armando una configuración de lo más improbable: nosotros (y todo lo demás, claro).

M.Z: El avance de la ciencia hoy es sin pausa y sin límites. ¿Dónde ubicarías los límites de tu propia disciplina y cómo interviene la economía de mercado y las políticas de estado en este avance sin límites?

D.G: Sí, hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, pero hay diversos límites movedizos a su avance. La única forma que tenemos de conocer el mundo es a través de los sentidos, que en general no alcanzan, y así la tecnología va inventando extensiones a estos sentidos que nos permitan ver más lejos, o percibir lo muy pequeño; son prótesis que van corriendo los límites de lo conocido. También se ha discutido mucho si existen límites absolutos al conocimiento y hay aspectos de la naturaleza que nos están vedados. Se dice, por ejemplo, que nunca llegaremos a conocer del todo el funcionamiento del cerebro si para ello contamos como herramienta principal a… otro cerebro. Sin embargo, somos expertos en ir avanzando de a parches, en comprender pedacitos del mundo y después intentar armar el rompecabezas para analizar el cuadro completo. Las cuestiones tecnológicas sin duda están limitadas por los recursos disponibles, y aquí se requiere una firme convicción de que vale la pena avanzar, tanto desde las políticas del sector como desde la inversión privada.; así, se deben inventar y justificar zanahorias para mirar siempre un poco más lejos.

M.Z: ¿Cómo ves a la ciencia del siglo XXI, cuáles son sus perspectivas?

D.G: Existe un importante cambio de cultura mundial en la ciencia, en particular en los planes nacionales de CyT. Mientras que hasta el siglo XX el principal afán de la investigación era conocer el mundo (y a nosotros en ese mundo), hoy las palabras mágicas apuntan hacia las aplicaciones científicas, y en particular a la moda de la "innovación": mirar la sociedad que nos rodea, encontrar huecos, problemas, requerimientos, y avanzar en ese sentido. Es loable, pero si olvida su mismo origen de querer saber porque sí, porque es maravilloso, hasta por una búsqueda estética, la ciencia corre el riesgo de quedarse renga, sin soluciones o miradas verdaderamente novedosas sobre esos mismos problemas.

M.Z: ¿Cómo se maneja el científico frente a lo inesperado, tendrás alguna experiencia personal que nos quieras transmitir de tu encuentro con alguna situación inesperada en tu actividad?

D.G: La ciencia es muchas veces la búsqueda de lo inesperado, que suele ser lo más maravilloso del trabajo del científico. Vivimos de la rutina de diseñar y realizar experimentos, repetirlos, enojarnos con el mundo porque no nos da las respuestas deseadas y repetir el procedimiento una y otra vez. Pero cada tanto aparece "eso": lo que nadie vio, lo verdaderamente nuevo y, por pequeño que sea, es uno de los mayores placeres de la investigación científica.