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TEXTO DE ORIENTACIÓN
La clínica y lo real
por Graciela Brodsky

Graciela BrodskyEn la alocución que pronuncia Lacan en ocasión de la creación de la sección Clínica de París[1] hallamos una definición de lo real que vale la pena comentar. En esos días Lacan dictaba el Seminario L'une- bévue, título que es posible traducir como Una-equivocación y que es un juego de palabras homofónico con el término alemán Unbewusste. Es decir que en el momento en que Lacan hace suya la Sección Clínica se encuentra en pleno cuestionamiento del inconsciente freudiano. Hay dos textos importantes que acompañan este período: "Televisión", y el "Prefacio a la Edición Inglesa del Seminario XI", que cierra los Otros Escritos.

En el intercambio que sigue a sus palabras de apertura, de manera coloquial y en respuesta a una pregunta, Lacan define la clínica psicoanalítica como "lo real en tanto es lo imposible de soportar". Es una frase que se ha comentado a menudo, pero que admite ciertas precisiones. En primer lugar, corrige algo que Lacan ya había formulado pocos años atrás: lo real es lo imposible. Decir que lo real es lo imposible es bien distinto a decir que lo real es lo imposible de soportar.

Lo real como imposible se refiere a un real que surge a partir de un impasse de la formalización, que no cesa de no escribirse, y que al mismo tiempo que emerge como paradoja, como producto y escoria de lo simbólico -del cual depende-, no cesa de escapar a la máquina significante.

Lo imposible de soportar es otra cosa. Lo real como imposible de soportar se separa de la escritura lógica y matemática. "Soportar" hace surgir, en medio de la formalización imposible, la dimensión de la carga, del peso, incluso del sufrimiento. En síntesis, para soportar hace falta un cuerpo.

¿Para quién, entonces, lo real es lo imposible de soportar? Por empezar, para el que nos llama, para aquél al que nombramos, impropiamente, paciente, puesto que para él lo imposible de soportar se presenta como urgencia, como desborde del cuerpo o del pensamiento.

J.-A. Miller comenta esta referencia en un antiguo artículo titulado "Lacan clínico", cuya versión castellana está en Matemas II. Se trata de una conferencia en la cual sostiene que el síntoma sólo toma forma clínica cuando es imposible de soportar, y que mientras tanto, uno se las arregla[2]. Eso no implica que no se tengan síntomas, pero es un estatuto del síntoma que no es clínico. Me parece una indicación que da para mucho, porque indica que hay un estatuto clínico del síntoma y hay un estatuto del síntoma que no es clínico. Por ejemplo, Lacan dice de sí mismo en el seminario L'une-bévue: "soy un histérico perfecto, es decir sin síntomas[3]"y enel Seminario 5, página 405 de la edición castellana, apunta en la misma dirección: "Les recordé cómo vive Dora hasta el momento en que se descompensa su posición histérica. Está muy a gusto, con la excepción de algunos pequeños síntomas, pero que son precisamente los que la constituyen como histérica[…][4]". Si se quisiera avanzar en la distinción entre el síntoma clínico y el síntoma no clínico, podría conjeturarse que esto anticipa algo que concierne al sinthome como manera de arreglárselas, de darse maña con lo real, de "hacerse" a lo real así como el artesano se hace a la materia con la que trabaja.

Ese sinthome ¿es algo que se encuentra al final del análisis o es algo que funciona desde el vamos, aunque el sujeto no lo sepa? Me inclino a pensar que hay un arreglo que el sujeto debe hacer con el troumatisme de lalengua (que siempre lo encuentra desprevenido y sin recursos) que no espera al análisis para producirse. Pero ese estatuto del sinthome no es clínico, para tomar la indicación de Miller. Se convierte en síntoma clínico cuando el arreglo se desmorona y las señales de lo real reaparecen, imposibles de soportar.

Pero también para el analista la clínica es lo real en tanto imposible de soportar. La clínica como imposible de soportar va de la mano de la clínica como un intento de ordenar lo real, de buscarle una ley, de simbolizarlo. Toda clasificación es eso: una tentativa de regular lo real, de enmarcar lo imposible de soportar, lo imposible de la práctica del psicoanálisis. Y si clasificamos síntomas, tejemos nudos, dibujamos cuadros, escribimos fórmulas, trazamos grafos, es porque diariamente hacemos la experiencia – insoportable a veces- de que en lo real no hay clases, solo piezas sueltas, dispares descabalados[5], como supo decir J. Lacan.

¿Quién conoce a Ernst Lanzer? Nació en 1878, y murió, como tantos, en la Gran Guerra. Parece que su verdadero nombre era Paul Lorenz, o que el verdadero nombre de Paul Lorenz era Ernst Lanzer; en realidad no está claro si es la misma persona o son dos. Se atendió durante nueve meses con Freud. No sabemos cómo lo nombraba su familia, si le decía Ernst o lo llamaba Paul, pero a nosotros eso nos da lo mismo. Hablamos de él desde 1909 y para nosotros fue, es y será "el hombre de las ratas". No está en la naturaleza de los hombres gozar con el tormento de las ratas, pero una vez que este goce contingente se encontró, ya a este hombre no le cabe ni el nombre del padre ni el del registro civil.

La clínica lacaniana está hecha de eso, de ahí el problema de la presentación de casos. ¿Cuál puede ser la manera de presentar un caso que capte algo de lo más singular de un sujeto, y que a partir de la contingencia de un encuentro permita leer un programa de goce cuya repetición, aparentemente necesaria, demuestre, al fin y al cabo, ser la solución que el sujeto encontró para lo real en tanto imposible de soportar?

Probablemente esto sólo se consiga con una clínica elucubrada a partir de testimonios. Lacan lo intentó valiéndose de dos dispositivos aparentemente muy disímiles: la presentación de enfermos y el pase. En ambos casos, lo real, más que demostrarse, se imagina por su resonancia.


  1. Lacan J., « Ouverture de la Section clinique » + Questions et réponses, texte établi par J.-A. Miller, Ornicar? n° 9, avril 1977, p. 7-14.
  2. Miller J.-A., "Lacan clínico", Coloquio de Ottawa [mayo 1984], in : Matemas II. Buenos Aires, Manantial, Los ensayos, 1994, p. 127.
  3. Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, « L'insu qui sait de l'une-bévue s'aille à mourre », leçon du 14 décembre 1976, Ornicar ?, Paris, Lyse, n°12/13, décembre 1977, p. 7 à 10.
  4. Lacan J., El Seminario, libro V, Las formaciones del inconciente. Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 405.
  5. Lacan J., "Prefacio a la edicion inglesa del Seminario XI", Otros escritos. Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 601.