Una nueva técnica de la bioingeniería, el diagnóstico genético preimplantacional, ha abierto las puertas al diseño de bebés. Hasta el momento, su uso está avalado para prevenir la trasmisión al bebé de enfermedades genéticas de los progenitores así como para crear bebés medicamento, niños diseñados genéticamente para salvar a sus hermanos de alguna enfermedad genética mortal.

¿Cuánto tiempo pasará hasta que se autorice su aplicación para el diseño de bebés a la carta donde los padres puedan escoger el sexo y rasgos como el color de ojos o de cabello según sus preferencias? ¿Qué efectos sobre la subjetividad de estos niños reducidos a ser puro objeto de mercado y de la ciencia? El niño de la hipermodernidad se revela así como objeto de goce "no sólo de la madre, sino de la familia y más allá de la civilización"[1].

Si, con Lacan, entendemos al niño como respuesta de lo real[2], será nuestra tarea como analistas ofrecer la vía del síntoma como modo de reinventar y recrear frente al imposible de lo real.

Celina Coraglia
Adherente del CIEC (Centro de Investigación y Estudios Clínicos), Córdoba, Argentina