La aventura de la escritura es para Marcel Cohen el riesgo que vale, y que da a su vida su gusto y su lógica. Habiendo reconocido que nuestra biografía ya no nos representa ante los eventos de las dos guerras mundiales del siglo XX, Marcel Cohen escribe hechos de todas clases. Yendo a donde las palabras lo llevan, con los ojos bien abiertos y el cuerpo en movimiento, desplazándose alrededor del planeta de muro en muro, olas o lamentaciones, se dedica a volver legibles estos hechos, en el orden y en la medida en que su lector quiera concederles, y se empeña en citar sus fuentes. A través de la "literatura absoluta", apunta a ese real obscuro "que nos destroza los ojos". Es el precio que él paga por pertenecer a su época, dando al libro su materia de silencio y la gama extendida de su incomparable sabor.
Obras citadas:
"Hablando de mi biografía, evocaba el peso de la Shoa, pero sin haber conocido los campos, y siendo demasiado joven en ese entonces para comprender los eventos en sí mismos, cómo podría hablar de ello? No conozco esos eventos sino a través de los libros. Estoy entonces en la situación de no poder ni hablar ni callarme, creyendo todavía apasionadamente en los poderes de lo escrito" (A des années lumière, Fario, Paris, 2013, p. 27)[1].
Perseverar en la estética del desperdicio en los pasos de Joyce y de Beckett, tal es la vía escogida por Marcel Cohen para salvar el honor de la literatura.
Tras el premio Wepler, el premio Caillois después, el premio Jean Arp de literatura francófona le es concedido "por el conjunto de una obra inclasificable por su forma que escapa tanto a la narración, como al ensayo y a la poesía y eminentemente clásica por su sobriedad y su elegancia".
1. Nota del traductor : Esta obra no ha sido aún traducida al español.
Traducción: Gabriela Pazmino