Un réel pour le XXI sciècle
ASOCIACIÓN MUNDIAL DE PSICOANÁLISIS
IX Congreso de la AMP • 14-18 abril 2014 • París • Palais des Congrès • www.wapol.org

TEXTOS DE ORIENTACIÓN
Hacer materia de lo real
por Dominique Holvoet

Dominique HolvoetSi el psicoanálisis freudiano ha surgido de los vestigios del paternalismo decadente de finales del XIX, Lacan abre con la categoría de lo real un camino hacia otra consistencia, propia del siglo XXI, por debajo del sentido que venía a garantizar el Nombre-del-Padre, incluso por debajo del fantasma que constituye un último recurso cuando el Otro ya no responde. Esta otra consistencia, Lacan la sitúa en un lugar marcado por el encuentro inicial del goce y del cuerpo, marcando este último con un cuño indeleble que hace eco en el cuerpo mediante la simple repetición de lo mismo, trozo de real inexorable a toda demanda, fuera de sentido, sin relación de causa a efecto.

Con el tema del próximo congreso de la AMP, Jacques-Alain Miller nos introduce a este inexorable como otro nombre de lo real al que aspira un análisis sin alcanzarlo nunca, a no ser por pequeños fragmentos, "fragmentos asistemáticos"[1].

El encuentro inicial contingente, que no responde a ningún querer decir, produce efectos de goce siempre perversos, desvirtuados que, sin embargo, son, escribe Miller, "lo que queda de vivaz como sueño",[2] dejando entender que, como los elementos de la tradición, quedan envueltos por una ilusión, atrapados en las redes del sentido y de la intención, manteniéndose al nivel del fantasma. Lo que busca un análisis, llevado tal y como Lacan lo enseña, es a despojar lo real del sentido, a tomarlo, este trozo de real, tal y como es, sin la pantalla del fantasma, sin creer más en cualquier otro remedio que no sea tragarlo crudo: ¡Así sea!

En su contribución al What's up n°7, Éric Laurent nos invita, partiendo de este punto de no garantía radical, a tener en cuenta "lo que de la substancia gozante no se articula ni en el circuito pulsional, ni en el aparato del fantasma". Destaca entonces un resto no negativizable "que ya únicamente se comporta como una quasi-letra en su iteración"[3]. Lo que queda entonces, cuando el análisis desemboca en ese punto de desalienización de las ficciones del decir, es esa marca sin sentido, en su materialidad de letra. Esta marca es lo que Lacan ha llamado el sinthome y que Graciela Brodsky en el What's up n°8 extrae "como forma de saber hacer ahí, de arreglárselas con lo real, de "hacerse" a lo real como el artesano se hace a la materia con la que trabaja"[4] – que este real sea por lo tanto menos insoportable ya que ha sido puesto a trabajar. Lo Real puesto a trabajar no es ya entonces, propone Graciela Brodsky, un real "clínico". Esto permite desembocar en el sinthome como "un programa de goce cuya repetición […] demuestra finalmente ser, para el sujeto, la solución encontrada para tratar lo real en tanto que imposible de soportar". Hay que perturbar la defensa contra lo real de forma que se desprenda un trozo de real que haga que vuestra solución sea individual, sin división y sin reparto, que sea vuestro programa de goce – esto en el régimen del Uno-solo tal y como lo ha aislado J.-A. Miller en su último curso. Como lo sugiere Sergio Laia en el What's up n°5, he aquí lo real que el psicoanálisis lacaniano ofrece al siglo XXI, no el real cósmico sino un trozo de real, "la sutilidad, la fineza de un real, para un siglo que está incesantemente enredado en lo real"[5].

Ese trozo de real, producto de un análisis terminado, ¿no está ya en gestación en lo que Lacan dice de la sublimación en las últimas páginas del Seminario VI, cuando destaca la perversión como protesta, resistencia a toda normalización padecida? La sublimación en esta perspectiva se distingue, tal y como anota Lacan, "de la valoración social que se le dará posteriormente […] De ahí, vienen más o menos a insertarse en la sociedad […] las actividades culturales, con todas las incidencias y todos los riesgos que conllevan, hasta incluir la remodelación de los conformismos anteriormente instaurados, incluso su estallido"[6] Y es entonces cuando Lacan aventura el deseo del analista como ofreciendo un soporte a todas las demandas sin responder a ninguna, insistiendo sobre el vacío al que el deseo del analista debe limitarse e invitando a practicar el corte en la interpretación. Únicamente entonces "se deja un lugar al deseo para que se sitúe ahí". Lo que Lacan llama aquí "el deseo" ¿no se convertirá finalmente en su enseñanza en el trozo de real fuera de sentido e irremediable, producto y resorte de un fin de análisis?

En el fondo, el psicoanálisis es esa práctica que demuestra que las palabras no bastan para decirlo todo[7], que incluso "nunca estaremos mejor enseñados que por lo que no entendemos, por el nonsense"[8]. El siglo XXI necesitará este nonsense surgido de cada uno de los análisis acabados para que, de lo peor que genera el discurso de la ciencia conjugado al del capitalismo, pueda surgir algo nuevo, algo nunca visto, algo inédito que no sea acéfalo, que no sea desubjetivizado sino llevado por un cuerpo hablante, un serhablante que de su real hace materia.


Traducción: Carmen Cuñat

  1. Miller J.-A, Un real para el siglo XXI, Presentación del tema del IXº Congreso, Scilicet, Colección rue Huysmans, 2013, p. 25
  2. Ibid. Subrayado por nosotros.
  3. Laurent É, What's up n°7, De lo Real en un psicoanálisis.
  4. Brodsky G., What's up n°8, La clínica y lo real.
  5. Laia S., What's up n°5, Una oferta del psicoanálisis de orientación lacaniano para el siglo XXI
  6. Lacan J., El Seminario, libro VI, El deseo y su interpretación, Paris, La Martinière – Le Champ freudien, 2013, p. 571.
  7. «Lo que no puede decirse", tema del congreso de la NLS programado para mayo 2014 en Gante.
  8. Miller J.-A., "El psicoanálisis, su lugar entre las ciencias", Mental, n°25, Seuil, 2011, p. 22.